Las infecciones urinarias de repetición constituyen una patología que afecta a la calidad de vida de los pacientes. Se considera como tal la presencia de 3 o más infecciones al año o 2 infecciones en los últimos 6 meses.
Habitualmente, la causa es desconocida, aunque existen ciertos factores de riesgo que deben ser estudiados y evitados. Se han relacionado con la actividad sexual, el uso de espermicidas, atrofia vaginal postmenopáusica, cistocele, aumento de residuo postmiccional (o acúmulo de orina en la vejiga tras finalizar la micción), baja ingesta hídrica…
La presencia de un sedimento de orina alterado (analítica simple) no es suficiente para su diagnóstico, y requiere realizar un cultivo de orina. Suele realizarse también una ecografía para descartar otras alteraciones.
No debe confundirse la infección urinaria con la bacteriuria asintomática, es decir, presencia de bacterias en la orina sin que estas causen malestar, dolor, escozor ni ningún otro síntoma, ya que, en este caso, si no existen síntomas, no se debe iniciar tratamiento.
Resulta fundamental individualizar cada caso para poder aplicar el tratamiento más adecuado a cada persona. Algunos de los tratamientos más aceptados en la actualidad son:
- Terapia estrogénica tópica vaginal mediante óvulos o pomadas vaginales.
- Profilaxis mediante autovacunas bacterianas.
- Suplementos mediante probióticos, extracto de arándano rojo, D-manosa, etc.
- Instilaciones intravesicales de ácido hialurónico o condroitín sulfato.
En pacientes en los que lo anterior no ha sido efectivo se puede considerar profilaxis mediante antibióticos continuos o tras las relaciones sexuales en baja dosis.
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