Tener más cistitis en verano es algo que no le pasa solo a esta lectora. Existen estudios que demuestran que en verano hay más infecciones. Se han hecho investigaciones que prueban que cuando la temperatura media de la semana oscila entre los 25 y los 30 grados, la incidencia de las infecciones aumenta un 20% con respecto a los días en los que la temperatura media oscila entre los 5 y los 8 grados. Pero además, no solo aumenta la incidencia de infecciones, en verano crece también la posibilidad de complicaciones asociadas a esas infecciones.
Y la cistitis es una infección. Se trata de una infección de orina, la mayoría de las veces bacteriana, que afecta especialmente a la vejiga. La vía urinaria anterior está colonizada por bacterias diversas y otros microorganismos que generalmente no son dañinos, pero que, en determinadas circunstancias, se convierten en patogénicos, colonizan la uretra, ascienden hasta la vejiga y provocan su inflamación lo que genera los síntomas que conocemos como cistitis.
Aunque la puede padecer cualquier persona, es más característica en las mujeres. En su mayoría se trata de mujeres sanas con un pico de incidencia entre los 18-39 años que coincide con la mayor actividad sexual. Existe otro pico de incidencia en la época de la perimenopausia, que es el tiempo en el que en el cuerpo se produce la transición hacia la menopausia, debido a los cambios hormonales que afectan al pH vaginal.
Los síntomas de la cistitis son escozor, ardor y/o dolor con la micción. También un aumento de la frecuencia de la micción, se orina muchas veces más, y una sensación continua de ganas de orinar aunque la vejiga esté vacía. A veces puede aparecer sangre en la orina.
En cuanto a tu pregunta, por qué te ocurre más en verano, hay algunos factores demostrados y otros aspectos que lo están menos, pero sospechamos que también pueden estar relacionados o influir. El primero es la deshidratación. En verano se suda más y, a veces, se bebe menos. Esta situación hace que se produzca menos orina y al tener menos orina, las bacterias se concentran más, lo que facilita su proliferación. Además, esto se une a que con menor cantidad de orina hay menos arrastre mecánico de esos microorganismos presentes en la vejiga, por lo que es más fácil que produzcan una infección.
Otro factor relacionado y del que se habla mucho podría ser el de permanecer mucho tiempo con el bañador húmedo. Esa humedad modifica la composición de la flora cutánea y de la zona vaginal, lo que provoca una alteración del pH. Y las bacterias uropatógenas proliferan más fácilmente en este pH alterado. También influye que en verano se tienen más relaciones sexuales. Las relaciones con penetración tienen un efecto mecánico: introducen hacia el interior de la vejiga los gérmenes periuretrales lo que provoca un aumento de las infecciones de orina. Factores como la falta de lubricación, la fricción excesiva o la presencia de bacteria específicas pueden aumentar el riesgo de desarrollar la llamada cistitis postcoital.
Estas causas que te he detallado hasta ahora tienen evidencia científica. Hay otros factores menos demostrados, pero que creo que también pueden estar implicados. Por ejemplo, en verano se utilizan más los baños públicos que, a veces, no tienen las condiciones higiénicas adecuadas. También se viaja más, por lo que es más probable aguantar más sin orinar y esto es muy importante porque cuando se retiene la orina aumentan las infecciones. También en verano se consume más alcohol y más bebidas con cafeína, lo que hace que haya más irritación en la vejiga.
Si alguna persona tiene los síntomas que te he descrito, debe consultar a su médico o médica. Y el profesional de la salud le pondrá el tratamiento adecuado que, generalmente, es un antibiótico.
Para evitar la aparición de cistitis es recomendable realizar medidas higiénico-dietéticas como incrementar la ingesta de líquidos e intentar no estar con la ropa húmeda. Es muy importante la limpieza perianal postdefecación, en sentido anteroposterior (hacia atrás), para no aportar flora fecal al área periuretral, orinar después del coito y evitar el estreñimiento. Está demostrado que el consumo de arándanos en distintas composiciones: zumo, arándanos naturales, en comprimidos, etc. previene las cistitis. Los arándanos tienen un alto contenido en flavonoides que hacen que el pH de la orina sea más ácido, lo que dificulta la multiplicación de los microorganismos y además tienen la capacidad de dificultar la adherencia bacteriana a la pared de la vejiga.
En los últimos años, además, contamos con vacunas. En España, se utilizan las denominadas autovacunas. Es decir, vacunas personalizadas que se extraen de la flora microbiana que está produciendo la infección de orina de cada paciente en ese momento. Hay dos tipos, unas creadas con el microorganismo de la orina infectada de la propia paciente y otras vacunas con componentes subcelulares. Y también se están desarrollando otros fármacos prometedores: inhibidores de la adherencia bacteriana a los receptores de la célula urotelial, inhibidores de la formación de biopelículas, estimuladores del AMP cíclico en el interior de las células uroteliales, etc., que como las vacunas, se utilizan para cistitis recurrentes.
Raquel Espílez es médica especialista en Urología en la Unidad de Urooncología y Trasplante renal del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, investigadora del Grupo de Investigación Emergente, GIIS071 del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón y miembro del Grupo Medicina Privada, Urología Aragón.