El cáncer renal representa la tercera neoplasia urológica en frecuencia y la primera en letalidad. No produce ningún síntoma en etapas iniciales, y suele diagnosticarse al realizar pruebas de imagen por control de alguna otra patología.
Ofrecemos las últimas tecnologías para el diagnóstico y tratamiento quirúrgico, incorporando técnicas mínimamente invasivas como la cirugía robótica.
¿Qué es el cáncer renal?
El cáncer renal representa la tercera neoplasia urológica en frecuencia y la primera en letalidad. Supone el 3% de todos los cánceres, con una incidencia en aumento en torno al 2% anual, que afecta principalmente entre los 60 y los 70 años. Sus factores de riesgo son el tabaquismo, la obesidad, la hipertensión arterial y la existencia de un familiar de primer grado afecto. Los tumores renales engloban un grupo heterogéneo de subtipos tumorales, siendo su historia natural diversa y difícil de predecir.
La supervivencia del cáncer renal de células claras disminuye con el grado tumoral, siendo de hasta el 91% en el estadio I (tumores de menos de 7 cm sin metástasis ni afectación ganglionar).
¿Qué tratamientos existen?
El tratamiento estándar del tumor renal localizado es la extirpación quirúrgica de la lesión, bien sea mediante nefrectomía simple o mediante nefrectomía parcial.
La vigilancia activa es una alternativa terapéutica para las masas renales de menos de 4 cm, que consiste en la monitorización mediante pruebas de imagen del tamaño tumoral con intención de evitar o demorar el tratamiento quirúrgico y sus complicaciones.
¿En qué consiste la cirugía del cáncer renal?
La nefrectomía radical es la extirpación completa del riñón afectado por el cáncer renal. Se realiza en caso de tumores grandes o situados en la parte central del riñón.
La nefrectomía parcial es la técnica preferida ya que permite respetar la parte del riñón que no está afectada por el tumor. Para ello el tumor tiene que ser de tamaño pequeño y localización adecuada.
La vía abierta en la actualidad sigue empleándose así si hay antecedente de cirugías previas, casos de gran complejidad con afectación tumoral de la vena renal o de la vena cava, etc. Se realiza una incisión de gran tamaño en la zona subcostal y suele ser necesario extirpar una de las costillas para mejorar el acceso. Su principal desventaja es el mayor dolor y limitación funcional en el postoperatorio.
La cirugía laparoscópica es desde hace tiempo la técnica de elección. Consiste en introducir una cámara dentro de la cavidad abdominal y los instrumentos de trabajo a través de incisiones pequeñas. Al ser menos invasiva reduce el tamaño y riesgo de infección de la herida, reduciendo el dolor postoperatorio, y esto permite acortar el tiempo que debe permanecer el paciente en el hospital después de la cirugía.
El abordaje robótico, al aportar mayor libertad de movimiento al cirujano y una visión más amplificada y en 3 dimensiones, permite realizar nefrectomía parcial en tumores renales complejos, en los que por vía laparoscópica no sería posible técnicamente eliminar sólo la parte del riñón afectada.
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